Porque no me merecía estar mal por nada ni por nadie.
Porque no lo estaba, ni lo estoy, ni lo estaré.
Porque no lo estaba, ni lo estoy, ni lo estaré.
Tanto tiempo sin ver su estúpida cara, su estúpida sonrisa y su estúpida mirada que me gusta tanto.
De repente, me sentía feliz, bien.
La verdad, no sé si eso llegaba a ser bueno, o llegaba a ser malo.
No comprendía cuan estúpida podía llegar a ser, o cuan sentimientos llegaban a nacer de mí.
La conclusión era fácil: le quería.
Fácil como pi, el número digo.
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