jueves, 22 de septiembre de 2011

- Lo exijo.

Y pido un brindis.
Mentira, exijo un brindis por esos momentos en los que somos mierdas, y no, no literalmente.
Sino en los que somos mierdas de la sociedad. Esos momentos en los que no sabemos si volar hacia Júpiter, o caer en picado desde la Torre Eiffel. Esos momentos en los que quieres llorar para dar pena, pegar para hacer daño o chillar para dejar sordo. Esos momentos en los que te pasas tardes enteras contando cada mora de polvo, pelusa y mierda de tu cuarto. O directamente, de cada habitación de tu casa.
Pero sobretodo, exijo un brindis por esos abrazos, esos besos, esas amistades, esas mascotas, ese conductor enfadado que no te espera, ese abuelo que te da cinco euros a escondidas para comprarte chuches, esos zapatos llenos de barro por haber estado jugando en tierra mojada, esas heridas, moratones y chichones por hacer hacer el imbécil, esos bailes, esos piares de los pájaros al amanecer y esos cantares de los grillos al anochecer, esas estrellas que están en el cielo y no se ven por el exceso de luz, esos paseos con tu madre de la mano, en los que no quieres pararte con nadie, sino simplemente, ayudarla a comprar. Esas mierdas que hay en mitad de la acera que todos hemos pisado. Esos piques de niños pequeños en los que no saben de quién es la cera de color verde. Esos saludos a personas desconocidas por la ventanilla que haces cuando no sabes que hacer en un viaje en autobús o tren. Esa primera pareja a la que tanto querías. Esa persona que te hizo tilín por primera vez. Ese rechazo de otras personas. Ese olor a tierra mojada cuando llueve.
Ese...



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