jueves, 1 de septiembre de 2011

Era como si alguien me cogiera del cuello y me apretara fuerte, muy fuerte. Sentía la necesidad de gritar, de llorar y de gritar mientras lloraba. Quizás llorar mientras gritaba.
Mientras pegaba a algo. Me temblaban las piernas. El corazón se me volvió loco, no era él mismo, estaba poseido. Me faltaba aire. Oxígeno. O2.
Era puro pánico, temor, miedo, ira y amor.
Como si un zombie te atrapara con sus dedos ensangrentados de tu propia sangre.
Y, mueres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario