Aquellas gotas que recorrían la superficie de mi cara hasta morir en mis labios, o en mi barbilla.
No, no eran agua. No, no eran sudor.
Eran, lo que se conocen, como lágrimas.
Ciertamente, cuando lloras, necesitas alguien que te seque las lágrimas, o sea capaz de hacer que entre esos sollozos salga una tímida sonrisa. O unas carcajadas, a ser posible.
Es una sensación rara. Te sientes agobiado. Lo mismo quieres estar sola, o con alguien, especificando ese alguien. Te sientes inútil, inservible. Te hace sentir humano.
Al fin y al cabo, llorar no estará tan mal.

No hay comentarios:
Publicar un comentario