Hacía frío.
Necesitaba alguien que supiera darme el calor necesario.
No era cualquier tipo de frío, sino que era un frío interior.
Un frío que invernaba en mi corazón.
Un frío que necesitaba que alguien consiguiera derrotar.
Un frío, el cual, alguien pudiera prevenir su congelación, a lo que conlleva su final.
Era un frío, que solamente algunos conseguían rasgar.
Me invadía. Me comía. Me atrapaba.
Necesitaba un cálido corazón que pudiera ayudarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario