sábado, 23 de abril de 2011

...nubes bajas.

Me debilito, mientras ando.
Noto que me quedo sin fuerzas; y las miradas de las otras personas se van volviendo translúcidas, no me importan, la verdad, no, en este momento no.

Por que encuentro el lugar de caída en el suelo, junto a los pies de la gente que camina a mi alrededor.

Una línea de colores tranquilos y difusos, como este día, tras de mí van quedando así, mis fuerzas y esa debilidad se vuelve inverosímil.

No entiendo muy bien el porqué.

En el momento que nos perdemos dejo de buscarte, la cabeza se crea confusa, expuesta a cualquier situación.
Por rutinaria que parezca está rodeada de tranquilidad.

Ahora sí , al caer todo mi peso y mi cuerpo se funde con el suelo del vagón, con el asiento.
Solo quiero cerrar los ojos, y caer, caer... mientras viajo.
Nada me parece tan malo, sino pausado.

Pausado, y recibo caricias, nada es tan malo.

No me importaría nada, ahora, pero no quiero que esto termine.

Con los ojos cerrados me gustaría abrazarte, estar abrazados hasta ser uno que tu piel se funda con la mía, tan difusos seríamos, difusos, confusos y oscuros.
En ese instante, caer otra vez, caer con las hojas juntos al suelo y desaparecer entremezclados.

El mundo gira, lo saben hasta las nubes bajas y eso que están muy cerca del suelo.

Cuando comienzo a notar otras miradas creo que ya has desaparecido, por fin, de una cabezucha confundida y no estás.

Ahora puedo resurgir de las hojas, sola...
Con los mismos colores que dejé atrás y deseando una cosa...

Volver a caer.

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